Desde hace unos años, la visión sobre un turismo accesible ha generado que los sitios turísticos del territorio nacional cuenten con instalaciones que garantizan la accesibilidad universal, incluyendo a las playas.
Según la Organización Mundial del Turismo, el turismo accesible es un segmento emergente de la demanda turística, caracterizado por ser creciente, multicliente, potenciadora de la imagen del destino, no estacional y capaz de generar ingresos por encima del turismo convencional.
Además de que, al implicar la no discriminación a las personas con discapacidad, favorece la participación social y económica en igualdad de oportunidades, elemento determinante de la calidad de la oferta turística.
Los problemas de accesibilidad imposibilitan, a la población con discapacidad, a desplazarse libremente, afectándolos directamente, en cada parte del recorrido donde se utilice algún servicio o producto turístico, como el transporte, alojamiento, rutas turísticas, participación en eventos, ya sea como espectadores o participantes.
Recientemente, el grupo parlamentario del Partido de la Revolución Democrática, en la Cámara de Diputados, presentó un punto de acuerdo para exhortar a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, a que emita recomendaciones con carácter de urgente para que los tres niveles de gobierno coordinen esfuerzos económicos, con el objetivo de crear y garantizar que las playas del territorio nacional sean accesibles.
Oficialmente, hay cinco playas reconocidas con este distintivo:
- Cuastecomates, Jalisco;
- Playa Caribe y Playa Esmeralda, Quintana Roo;
- Kino Mágico, Sonora; y
- Bahía Matachén, Nayarit.
En las que, previo a la pandemia de COVID-19, integrantes del gremio de turismo y hotelería habían reportado un incremento sostenido en sus ingresos en hasta un 300%, favoreciendo el desarrollo cultural, social y económico de la comunidad.
Cabe señalar que el concepto de playas accesibles debe involucrar a los entornos urbanos, información y transporte accesibles, para su éxito.